Seguro que has escuchado mil veces a madres, amigas, abuelas aquello de «es muy importante hacerse una revisión ginecológica al menos una vez al año«. Pues así es, pero muy probablemente quienes te lo dicen, ni siquiera hagan casos de sus propios consejos.
Acudir a la consulta ginecológica desde siempre ha provocado miedo o pudor en muchas pacientes. Obviamente a nadie nos gusta «ir a los médicos», pero sinceramente qué es mejor ¿estar controlado y saber que estás sana o tener que atajar un problema cuando la solución ya es difícil? La respuesta está clara, ¿no?
No es ninguna tontería…La revisión ginecológica anual puede ayudar a prevenir muchas enfermedades, entre ellas, el cáncer de mama o el cáncer de útero. Hay alteraciones que no muestran síntomas ni se manifiestan hasta que ya está avanza la enfermedad, lo que dificulta el tratamiento y, por su puesto, aumenta la gravedad.
Una de las preguntas que más suelen hacerme mis pacientes es a partir de qué edad hay que empezar a hacerse estas revisiones de forma periódica. Pues bien, la visita al ginecólogo debe empezar a hacerse regularmente con el inicio de la vida sexual de la mujer o una vez se cumplen los 25 años. A partir de este momento, no hay excusas buenas para no acudir a tu cita anual.
¿En qué consiste una revisión ginecológica anual?
Antes de explicarte en que consiste una exploración ginecológica rutinaria voy a darte una buena noticia:
«La revisión ginecológica no duele absolutamente nada».
Dicho esto paso a explicarte en qué consiste esta exploración.
- Informe médico: El primer paso consiste en hacerle una una pequeña entrevista a la paciente para conocer su historial médico. Conocer los antecedentes clínicos es muy importante para nosotros: enfermedades, embarazos, tipo de menstruación, fármacos, etc.
- Exploración genital: Gracias al examen genital podemos revisar la vagina, el cérvix, el cuello del útero, el útero y los ovarios. Podemos decir que hay dos fases. En la primera utilizaremos un aparato llamado espéculo que al introducirlo nos va a permitir observar la pared vaginal y el cuello del útero para poder descubrir posibles lesiones. Se recogerán muestras mediante una citología que se llevarán a analizar y descartará posibles alteraciones en la paciente. En la segunda fase, analizaremos cómo están el útero y los ovarios de la mujer, para saber la forma, situación o tamaño de los mismos. Esto se hace mediante una ecografía y una palpación médica, ambas cosas, indoloras.
- Exploración mamaria: Los bultos en el pecho son una de las causas más frecuentes por las que las mujeres acuden al ginecólogo. Con la exploración mamaria rutinaria el especialista hará una palpación mamaria en busca de bultos extraños o anomalías, que precisen de un análisis mayor. Pero tranquilas, no siempre estos bultos son malignos, en muchas ocasiones son quistes benignos o fibroadenomas que no revisten gravedad.
- Solicitud de analíticas complementarias. Si la paciente no se ha hecho ninguna extracción en el último año, pedimos una analítica completa para ver su estado de salud desde distintas perspectivas. Lo habitual es solicitar un estudio general de la sangre (coagulación, hígado, colesterol, hormonas si fuera necesario, etc).
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Estudios complementarios. Según ciertos factores, como la edad de la paciente o los antecedentes personales y familiares, se le pueden pedir estudios complementarios como por ejemplo, ecografía de mama en menores de 40 años, mamografía y ecografía en mayores de 40, densitometría en pacientes postmenopausicas, etc.
Como decía al comienzo de este post, a nadie nos gusta ir a los médicos, ni siquiera a los propios médicos, pero está claro que por unos minutos de incomodidad podemos estar tranquilos durante mucho más tiempo, sabiendo que tu salud no está en juego.
Así que, ya lo sabes, deja el pudor a un lado y visita a tu ginecólogo.
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